ESTRATEGIA DE GOBERNANZA (III): EL ROL DE LAS CIUDADES

Ph.D. Tomás Páez (2021)

Las políticas y estudios migratorios colocan el acento en el Estado Nación o en el plano supranacional, en el caso de la UE., lo cual puede resultar insuficiente y restrictivo para la comprensión de fenómenos, por definición, transnacionales.  Desde los entes centrales se formulan y deciden políticas de migración, asilo e integración que es necesario armonizar con los intereses de los actores, ciudades y localidades: los espacios en los que se instalan los migrantes.

Reiteramos lo dicho en artículos previos: existe una estrecha relación entre diáspora y desarrollo. Un punto de incremento en el número de migrantes aumenta el ingreso per cápita en dos puntos. Sus beneficios se extienden por igual a las ciudades de los países de origen y acogida, contribuyendo así a la reducción de la pobreza global. Las ciudades sacan mejor tajada de la diáspora cuando abordan de manera prioritaria los temas de regularización, integración, empleo, emprendimiento, vivienda y salud, todo lo cual potencia los aportes que ella hace al desarrollo.

Por esa razón, la adecuada gestión de la diáspora en un desafío y una oportunidad: dirigir una ciudad y un Estado e integrar a los migrantes, reclama soluciones concretas y la inclusión de los actores locales en el diseño y ejecución de la estrategia de gobernanza de la diáspora. Tal estrategia integra las dimensiones económica, social y cultural. En torno a las estrategias, es importante considerar la advertencia de Antonio Escohotado: “Todas las soluciones que no son la libertad han conllevado la miseria material, todas han instaurado la pobreza a cambio de la pureza ideológica. Este tipo de alimento no lo compro y recomiendo que no los compren los demás porque es una gran mentira”.

El mejor ejemplo de esa nefasta solución es el modelo del socialismo del siglo XXI impuesto en Venezuela, con el soporte de las bayonetas. El mismo se sustenta en el odio hacia los demás, un odio ilimitado e inextirpable, que hiela la sangre y pone la piel de gallina. Han hecho de la seguridad y la tolerancia unos fantasmas y del descrédito y la persecución sus armas preferidas para la agresión. Un régimen aniquilador que corteja a la muerte que se ha interpuesto en el camino a la libertad, la democracia, el desarrollo y la vida. Se han obstinado en crear trincheras desde la cuales se enfrentan y miran los ciudadanos, agresiones causantes de heridas profundas, que de pronto emergen a la intemperie y provocan el éxodo de más del 20% de su población (al cierre de julio 6 millones 700 mil venezolanos). Esa estrategia del odio no se contrarresta con más odio, nuestra estrategia de gobernanza consiste en utilizar la fuerza aglutinadora: la de la tolerancia y la reconciliación.

Sus voceros, mentirosos patológicos, actúan como seres disociados, psicóticos, capaces de negar, estigmatizar o minimizar las dimensiones de la diáspora y al mismo tiempo alardear del retorno de varios centenares de venezolanos de Trinidad, Perú y Chile.  Pese a todos los intentos del régimen, no han podido callar ni secuestrar la voz de la diáspora, cuyo crecimiento no ha podido frenar ni el coronavirus ni las políticas restrictivas a la movilidad y el cierre de fronteras. La migración venezolana se ha instalado en un millar de ciudades y más de 90 países, configurando de este modo una nueva geografía de Venezuela: la de la esperanza y la nostalgia.

Como la mitad de la población, el éxodo venezolano habita en centenares ciudades, y con claras tendencias a la permanencia, lo opuesto a la ideología del retorno, que confunde deseos con realidad. Así lo corroboran los datos globales: “ha mermado de manera significativa el número de migrantes y refugiados que retornan: aproximadamente 4 millones en comparación con los 10 y 15 millones de décadas previas”.

Cada ciudad posee instituciones y condiciones económicas y sociales singulares, las cuales signan su relación con los migrantes. La realidad es particularmente compleja en aquellas ciudades fronterizas en donde coexisten todas las modalidades migratorias: irregular, pendular, tránsito y destino.

La centralidad de la ciudades y localidades obliga a recopilar datos e información allí donde se produce el proceso migratorio. Lo sabíamos desde 2015, cuando la orfandad de datos oficiales nos exigió construir el primer Observatorio de la Diáspora Venezolana” (ODV), plasmado en el texto “La Voz de la Diáspora Venezolana”, a escala país. Se trataba de la primera aproximación para establecer el número y distribución geográfica del éxodo venezolano. Han transcurrido siete años y es mucho lo que se ha avanzado en la comprensión del fenómeno.  Por ello, vemos con mucha preocupación que se insista en cuantificar la diáspora a escala país. Nos preguntamos ¿se trata de desinterés, perspectiva anacrónica o que la diáspora es solo un pretexto?

Las ausencias hablan del desconocimiento de los estrechos vínculos y de la relación virtuosa entre ciudad, migración y desarrollo, de la que se ocupa con mucho interés el Foro Económico Mundial. Tal ausencia es contraproducente para el diseño de políticas y estrategias de gobernanza de la diáspora: no se puede gestionar lo que se desconoce. Resulta indispensable la información para poder integrar a los distintos actores con los que se relaciona la diáspora:  gobiernos locales y regionales, gremios empresariales y profesionales, empresas y universidades tanto en el país de acogida como en el de origen (como los casos de la diáspora de Carabobo y Zulia, entre otros)

Venezuela, país dotado de un don especial de receptividad  acogió en ciudades y regiones a ciudadanos provenientes del mundo. Lo hizo, además, con enorme hospitalidad y con ellos  se construyó un país en el que establecieron alianzas de sangre con europeos, asiáticos, latinoamericanos, americanos y caribeños, preludio de la nueva geografía. Quienes vivían en Venezuela cultivaron relaciones, enviaros remesas e hicieron inversiones en sus ciudades de origen a las que hoy retornan ellos, sus descendientes y sus redes de familiares y amigos.

La movilidad humana, amplía las relaciones económicas, políticas y sociales de carácter transnacional y potencian la nueva geografía de Venezuela. Migran a ciudades debido a que estas ofrecen mayores posibilidades de desarrollo, cuentan con una mayor variedad y cantidad de servicios y mayores oportunidades empleo. Lo confirman datos de diversas investigaciones: “ el 92% de los inmigrantes en los Estados Unidos residen en Zonas urbanas, así como el 95% en el Reino Unido y Canadá y el 99% en Australia.

En teoría, en condiciones “normales”, gremios, empresas, partidos, instituciones y gobiernos locales deberían ser los primeros interesados en entablar relaciones con sus diásporas para hacerlos partícipes de los procesos de internacionalización, desarrollo de nuevos emprendimientos y creación de empresas, establecimiento de alianzas estratégicas, transferencia de conocimientos y tecnologías, apertura de nuevos mercados y aprovechamiento máximo de las remesas económicas y sociales de sus respectivas diásporas.

Para potenciar las relaciones, es importante producir información y conocimiento de la diáspora y su distribución en localidades y ciudades, perfiles sociodemográficos, composición, actividades y su grado de organización.  La estrategia de gobernanza contempla una mayor participación de la sociedad civil, de las empresas, instituciones, gobiernos locales, universidades y una mejor articulación con los gobiernos centrales en los países de acogida y origen.  

Un más decidido compromiso, integración y entusiasmo de todos los actores, uno de los fundamentos y pilares de dicha estrategia (EGD), hace posible la puesta en marcha de políticas reactivas y proactivas, creadoras de riqueza, empleo e integración. En definitiva, un ejercicio de la Política con P mayúscula que construye soluciones y genera un mayor entusiasmo, contribuyendo a evitar el desencanto y la desesperanza que hoy campa de manera preocupante en toda la “geografía de Venezuela”. El carácter humano de la nueva geografía posibilita, además,  la articulación de redes transnacionales.

Para los demócratas y las organizaciones e instituciones venezolanos es importante aprender de las políticas ejecutadas por gobiernos locales y nacionales en las ciudades y países de destino de la diáspora venezolana: políticas de regularización e integración. Por ejemplo, lo hecho por Brasil con la política de acogida e interiorización de la diáspora a fin de mitigar la presión migratoria que podría producirse al concentrarse el éxodo en unas pocas ciudades.

La nueva geografía humana de Venezuela, construida en muy poco tiempo, de manera abrupta y forzada por las circunstancias, está acompañada por la esperanza, una especie de volcán en erupción, que busca mejores opciones de vida y huye del miedo. Se ha creado un nuevo espacio cuya atención requiere de instituciones, políticas y de una mayor participación de la sociedad civil y de todos los agentes locales. Otro de los ejes de la estrategia es el de acompañar, apoyar y fortalecer a las asociaciones existentes en localidades y ciudades, creadoras de un portentoso enjambre de relaciones basadas en la CONFIANZA y el trabajo sistemático y constante en el campo opuesto a lo esporádico y eventual..