POLÍTICA Y DIÁSPORA EN LA NUEVA GEOGRAFÍA DE VENEZUELA. (I)

LA CONEXIÓN DE LA NUEVA FAZ DE VENEZUELA: LA NUEVA GEOGRAFÍA.

Ph.D. Tomás Páez (2021)

Existen pocos temas tan acuciantes y capaces de ser foco de atención, en todo el mundo, como el de la diáspora; toca los derechos y la dignidad humana, las industrias diaspóricas de la droga y la trata de personas, los derechos de asilo y refugio, los derechos laborales y empresariales y el desarrollo y la calidad de vida. Las actitudes y políticas hacia la diáspora están atiborradas de prejuicios y falacias, reforzados por retóricas políticas y mediáticas que operan como un tamiz con el cual se mira la realidad.

La diáspora está lejos de ser un todo monolítico, es múltiple y diferente, es multidimensional, tanto en las causas explicativas del éxodo como en sus efectos en las localidades receptoras, y su naturaleza transnacional nos advierte de su diversidad y también de su arraigo y pertenencia a las comunidades de acogida y origen. La diáspora está integrada por variados segmentos e intereses agrupados en muchas y heterogéneas organizaciones de la sociedad civil. Frente a esa realidad los Estados están imposibilitados de actuar aisladamente, so pena de incurrir en ineficiencias y desaprovechamiento del mejor de los activos: las personas.

La diáspora crea una nueva faz y una NUEVA GEOGRAFÍA; parafraseando a Séneca, nuestras fronteras ahora se miden por el sol, difícilmente abordable con los enfoques al uso, requiere de una nueva perspectiva, transnacional y translocal y se presenta como una GRAN OPORTUNIDAD MIGRATORIA. Para infortunio del país, ésta surge en la terrible coyuntura propiciada por la más honda crisis humanitaria y económica conocida por país alguno en el hemisferio occidental en situación de “paz aparente”. Decimos “paz artificial” por el elevado índice de muertos, como lo corrobora el informe de DDHH de las Naciones Unidas.

Esa oportunidad está contenida en el eslogan; “la diáspora no es el problema, es parte de la solución”. Las diásporas, en general, contribuyen a mejorar la productividad y a reducir la pobreza global. Además, son un bono demográfico para las regiones y países de acogida y favorecen la inserción internacional y la transnacionalización de empresas e instituciones. Con ellas se abren las puertas a la integración de ciudades y países. Sus efectos se extienden a otras esferas: cultura, política y democracia.

Para asegurar el mayor beneficio de la diáspora, es preciso diseñar y ejecutar políticas idóneas cuyo fin sea el de estimular su participación, individual y a través de sus asociaciones, en áreas de interés mutuo. Las políticas apropiadas guardan una perfecta alineación entre diáspora y políticas de integración.

Las políticas del gobierno venezolano son un portazo a esta posibilidad. Como “carrito chocón”, ha ofendido a todos los vecinos demócratas y ha provocado un deterioro sistemático de la estrategia de integración. De esas agresiones solo se ha salvado la dictadura cubana, (“no la han tocado ni con el pétalo de una roza”), quien ha ejecutado una invasión: solicitada, consentida y FINANCIADA con recursos propiedad de los venezolanos.

En el terreno contrario, los ciudadanos, la sociedad civil y sus organizaciones, despliegan esfuerzos, se conectan, establecen alianzas, crean redes y vinculaciones transnacionales con lo cual se favorece el proceso de integración. Las asociaciones diaspóricas exhiben diversos grados de formalización, desiguales fortalezas y recursos y operan en todas las esferas del quehacer humano. En este espacio  disperso, el de los demócratas, no tiene cabida el pensamiento único y de esa diversidad se nutre y enriquece el conocimiento.

El número de ciudadanos venezolanos en la diáspora equivale al de la población de Venezuela en 1960. Resultaría absurdo pensar que el equipo de gobierno de ese periodo, o de cualquier país de las dimensiones de la diáspora, se conforme solo con hablar del número de total de habitantes del país o del número de ciudadanos en cada región.

Quienes pretendan hacer POLÍTICA en general y en el ámbito de la diáspora en particular, están obligados a abordar la complejidad y multidimensionalidad del fenómeno, conocer los distintos y en ocasiones contradictorios intereses, expectativas y necesidades, y la ausencia de información es reveladora de la desconexión de la política con la sociedad. En la esfera de la diáspora es importante conocer su ubicación, país, región y localidad, el perfil sociodemográfico de los distintos segmentos, qué hace y cuáles son sus organizaciones. Es una condición necesaria para conocerla, escucharla y reconocerla.

La reveladora ausencia de datos es un obstáculo a la participación de la diáspora, pues se trata de una herramienta medular en el proceso de diseño y ejecución de políticas. El trecho que hemos avanzado ha permitido superar el desconocimiento o limitado conocimiento acerca de las organizaciones diaspóricas y sus iniciativas. Los dos programas de radio y tv (La Voz de la Diáspora” y “Diáspora y Ambiente” en RCR750.com) han hecho posible establecer conexión con más de 400 de estas organizaciones en los cinco continentes. La ausencia de información y desconocimiento se traduce en una participación “selectiva”,  que en poco o nada fortalece a las comunidades diaspóricas.

La limitada información acerca de la diáspora facilita la adopción de generalizaciones y simplificaciones monolíticas de escasa o nula utilidad y que no calzan con la realidad, más diversa y plural, formada por muchos segmentos con rasgos propios. Comparten algunos aspectos comunes: la necesidad de regularizar su estatus y de insertarse de manera temprana al mercado laboral y empresarial y la necesidad de que se respeten sus derechos humanos y los acuerdos internacionales.

Las dimensiones, diversidad y pluralidad de la diáspora venezolana y el dibujo de la Nueva Geografía de Venezuela, hace necesario el diseño de una estrategia de gobernanza con el fin de promover el desarrollo y la integración.  La acción POLÍTICA no puede hacerse al margen de las personas, de sus realidades y expectativas, tampoco desde la indiferencia, la arrogancia o el uso de la diáspora como pretexto. La estrategia requiere un amplio respaldo social y la participación de todos, cualquier exclusión o gestión basada en el amiguismo, o la solidaridad cómplice por encima de los méritos, capacidades, trabajo realizado, nace herida de muerte.

Ha sido esa la práctica del régimen, designar y escoger basados en la cuota correspondiente a cada uno de los grupos y facciones hoy en el poder, a expensas de la destrucción del país, el saqueo a los derechos humanos y la reducción a mínimos de la calidad de vida de los ciudadanos.

Con la migración venezolana se ha multiplicado el número de embajadores, agregados comerciales, culturales, científicos y tecnológicos, entre otras muchas responsabilidades asumidas en el ejercicio de sus funciones, quienes se han organizado y vinculado con otras organizaciones a objeto de potenciar sus efectos.

Con su esfuerzo y recursos despliegan iniciativas, ejecutan proyectos, logran el respaldo de partidos políticos, inversionistas, empresas e instituciones, con la mira puesta en la reconstrucción del país y el beneficio de las comunidades de acogida. Por eso, al momento de evaluar el trabajo realizado por estas asociaciones durante dos largas décadas, no deja de sorprendernos los resultados y logros alcanzados en todos los ámbitos: prefiguran y perfilan el servicio exterior del futuro, a cuyo análisis han dedicado un tiempo valioso. Con su trabajo corroboran que su ejercicio de la política tiene tierra bajo sus pies.

@tomaspaez @vozdeladiasporavene